30 de Marzo de 2008
Hay quienes cuentan una historia con fotos, a otros a quienes se les escapan las realidades a través de ellas. Hoy me senté a ver fotos en Facebook... amigos que no he visto en años, caras conocidas que despiertan la nostalgia de lugares cálidos con olor a mar, arena y libertad.
Vamos por la vida aceptando lo que Dios tenga para darnos y tengo mucho más de lo que merezco. Es tanta mi sed y tan infinita mi inconformidad que añoro con estar más cerca sin llegar a vivir en Venezuela. Sueño con mi mar plateado, la cálida arena que quemaba mis talones cuando corría por la orilla intentando no ser vista por mis padres. Añoro las olas que me batían contra el fondo del mar cuando las desafiaba con una tabla en la que obviamente no era ágil.
Me hace falta la complicidad de las niñas con las que crecí; la infinita sinceridad con las que nos contamos nuestras historias, y la terrible ambición que nos llevó a soñar con conquistar el mundo. Esas, mis amigas que forjaron conmigo un arbol de ilusiones morales que hasta hoy viven conmigo alimentando cada uno de mis pasos.
Mis niñas, las que siempre están. Vamos y venimos; pero cómo duele la distancia física en estos días cuando el frío se hace tan recio que bate las ventanas de mi alma y vacía mi estómago haciéndome soñar más y más con acercarme. Más y más con darle a mis hijos eso que yo tuve; sus propios amigos y amigas con los que construir gigantes árboles de ilusiones de moral.
Vivo soñando con Libertad. Hay días en los que despierto y estoy segura que Libertad vive en mi. Otros, como hoy, la ando buscando afuera, andando silenciosa sin zapatos, sin necesidad de abrigo. Bailando a orillas del Río Mavaca. Libertad no sabe en dónde está ni qué hacer si nadie la anda buscando. Yo la necesito; yo la quiero en mí; para que me quite esta pesadez; esta constante ganas de terminar mi entrenamiento y ser lo que quiero ser!